20 May 2021

La gran acción del Espíritu es operar la unidad entre nosotros

“No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 20-21).

¡Como queremos que el mundo crea en Jesús! Es el sueño. Tengo seguridad que nosotros queremos un mundo transformado, queremos un mundo donde la Palabra de Dios pueda reinar. ¿Y cómo el mundo ha de creer en Jesús sino por el testimonio de aquellos que creen? Testimonio de vida, de amor y unidad.

Cuando miramos para Jesús, en Él hay un testimonio nítido de amor y comunión entre Él y Su Padre. Entre el Hijo y el Padre hay una comunión sublime y sagrada, testimoniada en todas las acciones del Hijo, porque Él no hace nada que no sea en el Padre, porque el Padre esta en el Hijo y el Hijo en el Padre. ¡Que belleza es la comunión, la unión y el amor que los une!

Jesús esta rogando, rezando y clamando al corazón del Padre por nosotros que creemos en Él, para que podamos dar el testimonio de amor y unidad. Necesitamos tener los pies en el suelo y saber que hablar de Jesús muchos hablan, pero testimoniar el amor de Él son pocos, porque tenemos que testimoniar en el amor y en la unidad.

Es necesario una verdadera sumisión de nuestra voluntad a la conducción del Espíritu para que la unidad sea operada en nosotros

Somos muy divididos. Nuestras familias y nuestras iglesias son divididas. Jesús rezo, porque sabe la especie humana que somos, Él sabe la cabeza dura que somos. Él, realmente, pidió al Padre que, así como el Espíritu era la conexión de unidad, de amor entre Él y el Padre, Él esta rogando para que tengamos el Espíritu.

El Espíritu es de unidad, de amor y comunión. Sé que muchos quieren solo usarlo para su propio provecho, para sus propias verdades y en favor de sus convicciones – el Espíritu que reza en nosotros, que canta, que habla en lenguas -, pero el verdadero don del Espíritu, la gran acción de Él es promover unidad y amor. Por eso necesitamos, de hecho, ser sumisos al Espíritu.

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Unidad en la familia, en la Iglesia.. No estamos hablando de uniformidad, estamos hablando de esa gracia, de esta diversidad de pensamientos, de vivencias, de experiencias, porque toda diversidad es una riqueza. Ahora, cuando la diversidad parte para la agresividad, no es del Espíritu, pero mundana y diabólica.

Estamos dejando que nuestras diversidades de opiniones y visiones se conviertan verdaderas divisiones en nuestro medio, se conviertan en heridas en el Cuerpo de Cristo. Estamos divididos. Cada vez más. El maligno siembra el espíritu de la división, y nosotros lo compramos, nosotros lo adquirimos, y cada uno quiere permanecer con su verdad, con su mundo, principalmente, sobre la fe.

Solo existe un Cielo> el Reino eternos de Dios. Todos nosotros queremos ir para alçá, y lo que necesitamos es comenzar a trabajar, ser lapidados y rotos por Dios en nuestras convicciones, opiniones, para dejarnos que el Espíritu opere la unidad en nosotros.

Somos orgullosos, soberbios, vanidosos, pero necesitamos de una verdadera sumisión de nuestra voluntad a la conducción del Espíritu para que la unidad sea operada en nosotros.

¡Dios te bendiga!

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