17 Sep 2018

A nuestro corazón le falta la bondad necesaria

Somos personas religiosas pero, muchas veces, le falta a nuestro corazón la bondad necesaria, el amor y el cuidado al prójimo

“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará” (Lucas 7,6-7)

Ese oficial romano me causa una profunda admiración, primero porque no era un miembro de la religión judía, es más, representaba lo que los judíos odiaban y repelían que era el dominio del imperio romano, pero ese oficial tenía un corazón extremadamente bueno, tiene las semillas del Evangelio en su corazón.

Dios se revela en la bondad. Cuando Dios viene hasta nosotros, trae bondad al corazón. Él construyó hasta una sinagoga para los judíos, pero no fue solo la sinagoga en cuanto templo.

Observa, el oficial estaba preocupado porque uno de sus empleados, a quien amaba y estimaba mucho, estaba enfermo, al borde de la muerte. No era porque iba a perder un simple empleado, un trabajador más, un soldado para el combate, ya que otros podrían alistarse. La diferencia era tan grande, que tal vez sería uno menos, pero el oficial amaba a su funcionario.

Quien ama, cuida, se compadece y se interesa, él se interesaba con sus empleados como si fuera él mismo o más que él mismo. El oficial sabía que con todo su poder y autoridad, no podía hacer nada, ni pagando los mejores médicos ni dando órdenes, pero tenía fe, por eso el Evangelio estaba en su corazón. El oficial tenía amor, bondad, fe y confianza en lo que Jesús podía realizar. “Señor, no soy digno que entres en mi casa, pero basta una palabra tuya y mi sirviente se sanará”. Quien cree en Jesús, cree que Él es la Palabra, el Verbo encarnado y presente; cree que su Palabra tiene el poder de sanar, liberar y salvar.

Mira que encuentro maravilloso: un hombre bueno, amoroso, un hombre de fe y humildad. Lo que le faltaba a muchos fariseos, doctores de la Ley y hombres de la religió de esa época era, justamente, humildad, amor y confianza en Cristo.

Somos personas religiosas pero, muchas veces, le falta a nuestro corazón la bondad necesaria, el amor y el cuidado al prójimo. La fe extrema nos lleva a creer en que Cristo cuida de nosotros. Nuestra religión necesita hacernos mejores personas.

¡Que nuestra relación con Dios nos vuelva mejores personas con Él, con nosotros mismos y con el prójimo!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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