“Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: «Paz a ustedes.» Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, pero él les dijo: «¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.» Y dicho esto les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: «¿Tienen aquí algo que comer?»” (Lc 24, 35-41).

Miren: Jesús esta en nuestro medio, Él esta en el medio de Sus discípulos. ¡Jesús esta con nosotros! El Resucitado quiere hacerse que lo veamos, Él quiere hacerse sentirse. Jesús quier que sus discípulos experimenten la fuerza de su resurrección. Y esta realidad no puede ser teórica, pues necesita ser experiencial: yo y tu necesitamos hacer nuestra experiencia con el Resucitado.

Yo y tu somos capaces, por la fuerza del Resucitado, de leer y comprender el misterio de su resurección

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La sorpresa es la primera reacción delante de la resurección: los discípulos experimentaran eso en la carne, ellos pensaran que Jesús fuera un fantasma, es decir, una creación de la mente. Nosotros sabemos muy bien lo que es un fantasma porque nuestra mente es muy creativa. Y nosotros, desde nuestra infancia, tenemos nuestros miedos interiores, nuestros terrores, nuestros espantos. Somo capaces de crear nuestros “fantasmas”. Y los discípulos también crearan ese fantasma: imaginaran Jesús de una forma totalmente diferentes de aquella que estaban acostumbrados a convivir.

La vida cuando es llena de alegrías, de cosas buenas, muchas veces, nos causa espanto, porque nosotros, desgraciadamente, nos acostumbramos mucho con las noticias malas, con la vida dura, aquella vida pesada, aquel fardo.. Y, así, somos habituados a reproducir eso. Entonces, cuando la alegría viene a nuestra puerta, especialmente una alegría gratuita, una alegría al improviso, ella nos causa esa molestia.

Ahora, Jesús quiere mostrar como es concreto lo que nosotros vivimos en el Domingo de la Resurrección, Él quiere mostrar a sus discípulos la concretud realmente de aquello que ocurrió en el Domingo de Pascua. ¿Y que es lo que Él hace? Él quiere comer con sus discípulos; Él se deja tocar por sus discípulos para mostrar que la alegría de la resurrección tiene una consistencia factual, lo que no es creación de la mente de ellos, no es imaginación, no es una cosa cualquier (como muchos dicen por ahí), pero es un evento, tiene una consistencia, es possible tocar en Jesús. Él esta en el medio de sus discípulos, Él come con ellos. No es solo sentimiento, no es solo imaginación.

La persona necesita recibir Jesucristo en su totalidad, la persona, mientras ser humano, hijo de Dios, necesita tocar en la experiencia del Resucitado. La Pascua no es imaginar algo bueno, y sí encontrar el Cristo; la Pascua no es solo desear cosas buenas para las personas, es encontrar el Cristo y compartir la vida de Él con nuestros hermanos.

Dijo la Palabra que Jesús abrió la inteligencia de sus discípulos para que comprendiesen. Y Jesús, en realidad, hace eso, pues Él abre nuestra inteligencia. La Palabra inteligencia viene de “intus legere”, que quiere decir: “leer dentro”. Yo y tu somos capaces, por la fuerza del Resucitado, de leer y comprender el misterio de Su resurección, a partir de dentro de nuestro corazón, pues ahí esta Cristo Resucitado.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amém!