26 Aug 2020

Expulsemos la hipocresía de nuestro corazón 

Hay de ti, maestros de las leyes y fariseos hipócritas! Usted eres como tumbas encaladas: por fuera parecen bellos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda podrida (Mateo 23,27) 

Que sentencia dura escuchar eso del Maestro Jesús, que habla tanto de amor y de la misericórdia. Porque el corazón de Jesús soporta todo, los peores pecados, que jugamos a ser peores, pero no hay nada más insoportable al corazón de Dios de que la hipocresía, sobre todo, la hipocresía religiosa. 

Religiosamente parece ser bello, bonito, habla bien, predica, canta, enseña y reza, usa los símbolos religiosos y así por delante, pero, por dentro, vive la hipocresía y la tumba encalada. Porque en la sociedad de apariencia, lo que importa es lo que está afuera: estamos viviendo, muchas veces, la religión de apariencia, aparentando ser una cosa y siendo de otra, hablando de una cosa y viviendo de otra. 

Necesitamos todos los días, tomar cuidado con nosotros, con lo que hablamos y enseñamos. Cuando digo “cuidate” no es dejar de hablar y enseñar, pero es cuidado si estamos viviendo y practicando, porque hablar hasta quien no cree puede, hasta los demonios pueden hablar. Ahora, vivir es nuestra primera obligación de vida. 

No hay nada más insoportable al corazón de Dios que la hipocresía, sobre todo, la hipocresía religiosa. 

Los Maestros de las leyes conocían la Ley, pero que hipocresía, Ellos construyen tumbas para los profetas, adornaban las tumbas de los justos, ellos hacian medidas prácticas y religiosas excelentes, pero no tenían misericórdia de los pecadores, y por detrás hacían cosas vergonzosas. 

Estamos teniendo tantas veces hablando de amor, de bondad y misericordia, pero no conseguimos ejercer eso dentro de nuestra propia casa. Por veces, no conseguimos tener paciencia con quien vive con nosotros. Estamos hablando de bondad, pero vivimos haciendo maldad hablando mal de otros por detrás. Vivimos una religión donde criticamos todo y todos. El padre no presta, el hermano no presta, y pareceme que los únicos que prestan en nuestra concepción somos nosotros. 

Tengamos cuidado con esta visión deturpada y distorcida de la vivencia religiosa. Cuidado para no tornarse, de hecho, tumbas encaladas, vivimos de bellas apariencias y no seremos aquellos que estamos expresando para otros. 

 

Dios te bendiga

 

Pai das Misericórdias

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