15 Nov 2019

Estemos preparados para el encuentro con el Señor

“Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos” (Lc 17,27)

Las personas preguntan cuándo vendrá Jesús, cuándo será el fin del mundo, cuando, definitivamente, el Señor está para siempre entre nosotros. Y Jesús nos da los signos, Él mismo nos alerta que, así como en los días de Noé en que todos vivían sin preocupaciones, sin cuidarse, sin vigilar y cuando entraron a la barca de la salvación, el diluvio vino y llevó a aquellos que estaban viviendo sus tareas y obligaciones, pero que no estaban en Dios. No importa el día ni la hora, no importa si vamos a morir hoy, mañana o dentro de 100 años. Necesitamos vivir hoy como si fuera el último día de nuestra vida, como si hoy fuéramos al encuentro del Señor.

Sé que todos suplicamos mucho que se prologue nuestra vida, suplicamos llegar a la vejez y, solo después, cuando no quede otra, entonces, morir. No da para esperar y decir que va a ser así. Seremos como las vírgenes desprevenidas. No se trata de una cultura del miedo de la muerte o miedo de la tragedia, sino de estar siempre preparados.

Estamos viendo morir a niños muy pequeños, así también sucede con adolescentes, jóvenes y adultos. No lo queremos y Dios tampoco quiere que sea así, pero son tanto incidentes, accidentes y tantas cosas imprevistas… son tantas las situaciones complejas del mundo en que vivimos.

Lo que podemos es vivir la espiritualidad de la vigilancia, del cuidado, de la responsabilidad con nuestros actos y actitudes. Tenemos que ser aquella novia que está esperando que llegue su novio y no se descuida porque tarde o no llegue. Estemos siempre yendo al encuentro del Señor, porque Él está viniendo siempre a nuestro encuentro.

Lo importante es estar preparados todos los días, para que el Señor venga a nuestro encuentro cada día de nuestra vida

Tengo que dormir cada día como si durmiera en los brazos de Dios y me despertara en su presencia. Por eso, necesitamos vigilar lo que hacemos todos los días. No significa que dejemos de comer o tomar, las personas no van a dejar de casarse, pero no podemos vivir de cualquier manera, seguir la vida y decir: “Mira, me voy a convertir más adelante. Me voy a arrepentir de mis pecados al momento de mi muerte”. No sabemos cuándo llegará el Señor, cuándo iremos a su encuentro o cuando Él vendrá al nuestro. Lo importante es estar preparados todos los días, para que el Señor venga a nuestro encuentro cada día de nuestra vida.

Sé que cedemos mucho a la cultura de lo improvisado, vamos improvisando y resolvemos de algún modo en el momento. Así como los días de Lot comían y bebía, pero cuando menos lo esperaban llegó la tragedia. La mujer de Lot incluso miró hacia atrás y, por eso, se convirtió en una estatua de sal, porque no va a dar tiempo de mirar atrás y ni siquiera correr para resolver esto o aquello. Lo importante es que nuestra vida esté resuelta, cuidada, administrada y arreglada cada día. No arregles tu cama solo para cuando llegue una visita y entre en tu habitación, deja arreglada tu cama todos los días, porque Jesús está con nosotros todos los días, Su presencia está en nuestra vida.

Así como debemos arreglar nuestra cama, arreglemos también nuestro corazón.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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