09 May 2021

Vamos difundir el amor de Dios entre nosotros

“No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (Jn 15, 16).

Hicimos un día la opción de seguir a Jesús, de caminar en los pasos de Él, pero quien hizo la opción fue Él. Fue Él quien nos eligió, nos amó primero, fue Él quien nos regalo su amor, su bondad y su misericordia. ¿Y por que Jesús nos elegio? ¿Por qué nos llamó? Para que podamos producir frutos y para que nuestro fruto permanezca.

La alegría de un padre y de una madre, los frutos de relación son los hijos, engendrados o adoptados, no hay diferencia, pero son frutos de amor. El fruto del trabajo de una persona es lo que ella produce, que ella deja, pero, ¿cuál es el fruto del discípulo de Jesús, de aquel que fue llamado y elegido por Jesús?

Donde un discípulo de Jesús pasa, él deja amor, difunde y siembra el amor, él deja allí la marca del amor

Somos llamados para producir fruto, y nuestro fruto necesita permanecer. El primero fruto fundamental y esencial es el amor. Donde un discípulo de Jesús pasa, él deja amor, difunde y siembra el amor, él deja allí la marca del amor. Por donde él pasa, siembra la verdad, además, no es su verdad, porque cada uno tiene su verdad. Es la verdad del amor de Dios, la verdad que liberta y salva.

Por donde el discípulo de Jesús pasa, debe permanecer una alegría, pero no es la alegría del mundo, aquella alegría de alegrarse por cualquier cosa, pero la alegría de ser de Dios, de servir a Dios.

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Donde el discípulo de Jesús pasa, él necesita dejar el fruto de la coherencia. En medio a las debilidades, la coherencia de decir que la verdad no es él, pero es Dios. La coherencia de levantarse cuando equivocarse, la coherencia de permanecer en la verdad que se llama: Jesús.

Necesitamos producir frutos y necesitamos que nuestro fruto permanezca, el fruto del testimonio y de nuestro amor a Dios. Porque fuimos elegidos, amados y el amor de Dios permanece en nosotros. Y nosotros permanecemos en el amor de Dios, amando unos a los otros; permanecemos en el amor de Él, guardando sus mandamientos. Y su mandamiento es este: amor por encima de todas las cosas.

Podemos y debemos producir muchos frutos, pero no hay fruto mayor y más sublime que deba permanecer que el fruto del amor.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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