21 Feb 2020

Es en la fe que nosotros producimos obras

“Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta” (Sant 2, 26)

Nosotros necesitamos cuidar de nuestra fe, porque sin ella no llegamos a Dios tampoco agradamos a Él. En realidad, sin fe nosotros no tenemos comunión ni relación con nuestro Dios. Es por la fe que nosotros llegamos a Él, es por la fe que nosotros nos mantenemos de pie, es por la fe que nuestro espíritu vive la relación con Dios. Entonces, necesitamos cuidar de la fe, necesitamos cultivar, alimentar; sin embargo, es importante recordar que una fe sin vida no es perenne, no tiene frutos, persistencia tampoco consistencia. El alma de la fe son las obras que esta misma fe esta manifestando en la vida. Por eso no viva una fe aérea, solo sentimental, relacional con Dios, de forma que ella no produzca frutos de conversión en nuestra vida, frutos de cambio de mentalidad, frutos donde vamos, cada vez más, interiormente creciendo, lidiando con nuestra tempera, con nuestra forma de ser, pero una fe que produzca frutos, obras en la vida del otro. Porque de nada vale pasar el día todo rezando, en la presencia del Señor, si nosotros no vamos para la presencia del hermano, y especialmente no acogemos.

Vivamos una fe que sea viva y eficaz, una fe que produzca frutos, que tenga obras

Muchas veces, nosotros somos muy dóciles con Jesús – ¡Jesús, yo te amo! ¡Jesús, Tu es mi vida! – , pero somos gruesos unos con los otros, no acogemos , no cuidamos de la persona del otro, porque es más simples y más dócil para el corazón besar Jesús en el sagrario. Ahora, la fe verdadera en nosotros nos lleva a cuidar de Jesús no solo en el sagrario, pero de Jesús que sufre en las calles, que viene a nuestro encuentro incomodado, porque esta sufriendo, porque esta enfermo, necesitado. Entonces, necesitamos ir al sagrario y comulgar Jesús allá, en la iglesia, en la Eucaristía, en la Palabra, necesita comulgar Jesús en la vida de los hermanos que están a nuestro lado, los hermanos que conviven con nosotros y también los hermanos que están sufriendo, que pasan necesidades. ¡Ellos son Jesús para nosotros! Es en la fe que nosotros producimos obras de misericordias corporales, espirituales – dar buenos consejos, ayudar -, que cuidamos de los más necesitados, de los sufridos, del Cristo que esta padeciendo en la persona del hermano.

No vivamos una fe hipócrita, pero vivamos una fe que sea viva y eficaz, una fe que produzca frutos, una fe que tenga obras verdaderas. De nada vale, simplemente, admirar Madre Teresa de Calcutá o Santa Dulce de los Pobres. Todos nosotros podemos extender nuestras manos por la fe que tenemos en Dios para cuidar de nuestros hermanos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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