05 Dec 2017

Es importante para Dios aquel que se hace pequeño

Cuanto más humildes, pequeños y despojados nosotros somos; grande va ser la gracia de Dios en nuestra vida

“En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido” (Lc 10, 21).

¿Qué agrada el corazón del Padre? Es que Su Palabra y Su Reino lleguen en nuestros corazones. Pero, para que el Reino de Dios llegue a nuestro corazón, necesitamos acogerlo, necesitamos abrirnos a Él.

¿Cómo podemos abrirnos? Solo si nuestro corazón es humilde, si es como el corazón de un pequeño; nada de sentimiento de grandeza, nada de envanecimiento, nada de parecer que somos grandes, importantes y así por delante.

¡Cuanto más humildes, pequeños y despojados somos, grande va ser la gracia de Dios en nuestra vida!

Si no nos sentimos agraciados o si la gracia de Dios no nos toca, podemos saber que actitudes de soberbia, orgullo y egoísmo; sentimientos de grandeza, por veces toman cuenta de nuestra alma.

Estamos en un tiempo muy propicio para rever nuestras actitudes y nuestros posicionamientos sobre la relación a la vida. Es muy malo ver el corazón de muchos de nosotros en esta elevación, personas sintiéndose grandes, importantes, unas mejores que las otras.

Cuantas personas les gustan de vanagloria con lo que tiene, hacen cuestión de demostrar siempre en las conversaciones: “Yo tengo eso. Yo tengo aquello. Yo puedo aquello”. Algunos dicen: “Yo tengo tantas facultades. Tengo muchos diplomas. Yo tengo ese coche. Yo estoy hace tiempo en la iglesia. Yo soy ministro hace años. Yo ya hice todos los cursos” (…)

La soberbia, muchas veces, hasta la soberbia evangélica, es un sentimiento de grandeza: “Yo soy importante para Dios. Sin embargo, lo más importante para Dios es aquel que se hace pequeño, que no se engrandece y se pone en el lugar de los humildes, porque es en la humildad de corazón que nosotros experimentamos las grandezas del Reino de Dios.

Que el alma no se eleve por la soberbia, pero por la humildad nuestra alma esté en el corazón de Cristo, porque es Él quien llena y alimenta nuestra alma.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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