18 Feb 2018

Dios se hace presente en estos cuarenta días de penitencia y conversión

Fueron cuarenta días que Jesús permaneció en el desierto, siendo tentado por el enemigo

“En seguida el Espíritu lo empujó al desierto. Estuvo cuarenta días en el desierto y fue tentado por Satanás. Vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían. Después de que tomaron preso a Juan, Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva.” (Mc 1, 12-15).

El Espíritu del Señor nos guía para el “desierto de la vida”. Todos nosotros, en nuestro camino, hacia a la tierra prometida y al cielo, necesitamos atravesar al desierto que es nuestra vida.

El desierto sucede, estrictamente, aquí en mí y en tu corazón, porque el desierto es nuestro interior, es nuestra alma. El desierto es el lugar del encuentro con Dios y en este desierto somos tentados, porque, tentador no nos quiere en comunión con Dios; él no quiere que no conozcamos a nosotros mismos, no quiere que entremos con profundidad en nuestra alma, por eso, caminamos muchas veces en la superficialidad y no nos auto conocemos como realmente deberíamos.

No entramos en la comunión con Dios como necesitábamos entrar, porque el tentador nos mantiene en la inercia, y así, no trabamos el “combate”, el combate de los ejércitos, el combate espiritual, el combate de decir no a las tentaciones. El máximo que el tentador consigue hacer es tentarnos, pero él nos hace sucumbir a la tentación, somos nosotros que cedemos a ella.

En el “desierto de la vida” nosotros estamos rodeados por “animales salvajes” y por los “ángeles” que los sirven. Los animales salvajes de esta vida son muchos y muchas veces ellos ven, queriendo robarnos de Dios y atacarnos. No paremos en los animales salvajes, y ni nos tornemos salvajes, porque, una legión de ángeles, la presencia angelical y divina, están en nuestro medio.

En este contexto los animales salvajes a los cuales me refiero, simbolizan los poderes del mal. Ellos no pueden derribarnos o destruir, cuando vivimos en comunión con Dios en el desierto de la vida. En él Dios no nos deja solos, nosotros hasta sentimos la soledad, el abandono y la tristeza, pero, también, en este desierto tenemos la certeza de que nuestra alma y nuestro corazón, están involucrados con Dios y que Sus ángeles están a nuestro servicio.

No tengamos miedo del combate espiritual y no entremos en el combate desanimados o como fracasados, porque nuestro lado esta el Señor nuestro Dios, y en cada batalla que enfrentamos en esta vida, la gracia de Él nos ayuda, nos levanta y nos ayuda en el combate.

Estos cuarenta días que vivimos en la Cuaresma, simbolizan justamente los cuarenta días vividos por Jesús en el desierto y allí Él fue tentado. Estos cuarenta días tiene un significado espiritual profundo, de como debemos enfrentar la “gran Cuaresma de la vida”. En el combate espiritual tenemos la certeza de que Dios esta a nuestro lado.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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