30 Dec 2018

Dios rescato nuestra humanidad en el seno de una familia

Dios quiso habitar entre nosotros, rescatar nuestra humanidad perdida en el vientre y en seno de una familia

“El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres” (Lucas 2, 51-52).

Hoy, celebramos la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José. Dios podría haber elegido otros caminos para estar en nuestro medio, pero el camino que salva la humanidad tiene un nombre, se llama: familia.

Dios, en su propia naturaleza es familia, la familia divina; la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo es una familia, es el Padre que ama el Hijo y del amor del Padre y del Hijo viene la fuerza y el poder del Espíritu que es derramado sobre toda la humanidad.

Dios creó nuestra imagen y semejanza para que fuéramos familia, por eso venimos de una familia y toda la familia es sagrada. Dios quiso habitar entre nosotros, rescatar nuestra humanidad perdida en el vientre y en el seno de una familia.

Es necesario por encima de todo y más que todo valorizar, amar, respetar y cuidar de nuestras familias. Nada más puede ser sagrado para un padre, para una madre y para un hijo que su propia familia muchas veces olvidada, dejada de lado o tratada de cualquier forma.

No tiene en la vida responsabilidad mayor que cuidar de una familia, transformala en un lar sagrado, cuna de la vida, principalmente de la vida naciente, pero es “cuna de familia” en el sentido más amplio y profundo que se debe vivir, convivir y jugar, muchas veces incluso pelear pero reconciliarse, perdonarse, amarse porque es de la familia que viene los verdaderos valores que marcaron para siempre nuestra historia.

Es en la familia que aprendemos o desprendemos, es en la familia que se vive la profundidad del amor. Por eso, hoy, en el corazón de toda la iglesia cuando se vuelve a cada día, pero de forma especial en este domingo se vuelve para cuidar y mirar el valor sagrado de cada familia.

No podemos desconsiderar que muchas familias fueron atacadas, dilaceradas, muchas familias viven situaciones difíciles, pero no dejan de ser y tener su valor de familia.

Cuidemos de las familias que están caminando bien, pero cuidemos más aún de las familias que enfrentan dificultades, dramas y situaciones adversas al amor divino. Estas familias no pueden ser tratadas como familias marginado por el contrario, ellas necesitan ser cuidadas como familias más amadas, porque allí Jesús quiere hacerse presente también.

Que la gracia de Dios hoy de a cada familia el valor de reconocerse como familia, de meditar cual es su lugar en la sociedad de familia y que bendición del Señor esté sobre las familias.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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