14 Mar 2020

Dios derrama Su amor sobre nosotros

“Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. (Lc 15,18)

Hoy, tenemos la gracia de sumergir en el misterio de la misericordia de Dios. La parábola que a nos cuentan nos ayudan a sumergir en el sentido de esta bondad de Dios para cada uno de nosotros. El retrato que aquí vemos es aquel que necesitamos aprender para nuestra propria vida.

Acostumbro decir que esta es la parábola de los pródigos que nos son presentados en esta linda e incomparable historia que nos trajo a nosotros por el Maestro Jesús. El hijo es el primer prodigo, no es el mayor, pero es el primero; porque es él que pide para sí tus bienes y va derramar en el mundo, él va gastar en el mundo. Es el hijo que coge todo lo que tiene y va vivir las más profundas miserias. Él cae en las profundidades del pecado, en la miseria humana, él es humillado, descartado y llega en el fondo del pozo, después que experimenta lo que es el descaso humano con la persona humana; después de haber hecho todo lo que podía con sus bienes.

Que Dios nos convierta de todo mal que produzcamos en esta vida, para sernos abrazados por Su amor misericordioso

Con todo lo que él gasto, vino un profundo arrepentimiento; y él derramo su miseria, su atrición; derramo lo mucho que su corazón estaba herido, dañado y arrepentido. Él imploro al padre el perdón y la misericordia, él no volvió para la casa rogado y tampoco la culpa en los demás, él reconoció su culpa, reconoció que él se equivoco, que derramo; fue humildemente humillarse y pedir perdón por sus pecados.

A veces, equivocamos y pecamos en la vida, pero aún queremos quedar orgullosos, queremos culpar los demás, no tenemos la capacidad de reconocer nuestros propios errores. Y cuando él así lo hace, él encuentra un padre prodigo, un padre que esta allí para derramas amor, misericordia, acogimiento, ternura, un padre que va desnudar a él de sus veste viejas, de sus vestes del mundo, de sus vestes de pecador para revestirlo con la gracia.

Un padre que no niega perdón amor, cuidado, pero es un padre que se redobla para dar más amor, cuidado, cariño, acogimiento y todo que puede el padre hace para reconstruir su hijo dañado, casi muerto y ahora reencontrado para que él tenga vida.

El padre que derrama amor, se depara con el hijo más viejo que derrama orgullo y soberbia. El hijo más viejo que va derramar delante del padre toda su insensibilidad. Él no salió para gastar en el mundo, pero quedo en casa se llenando del veneno del orgullo y se poniendo por encima del hermano. Él no se llena de las virtudes del padre, la misericordia y el perdón, pero se dejo llevar por los celos y por la envidia.

Que Dios nos convierta de todo mal que producimos en esta vida, sea del orgullo y de los pecados, para sernos abrazados por Su amor misericordioso.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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