En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores” (Mateus 5,43-45).

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Mis hermanos y mis hermanas, existe una exigencia de amor enseñada por Cristo. El amor de Cristo es exigente, el amor de Cristo es comprometedor, el amor de Cristo, muchas veces, va pedir de nosotros muchos sacrificio.

El amor de Dios no entra en aquella lógica de la acción y reacción, el amor de Dios no entra en esta lógica. El amor de Dios entra en la lógica de las elecciones: nosotros elegimos la forma como nosotros amamos, nosotros elegimos la forma como lidiamos con una situación.

A veces, nosotros hacemos muchas cosas solo por reacción y no por decisión. Muchas veces, no ponemos nuestro corazón (la sed de nuestras elecciones, donde cristo reina), no ponemos eso en practica, en acto. Y, muchas veces actuamos con la piel, con el calor de la sangre, del momento, de la situación; y entonces, muchas veces, muchas cosas, muchos lazos de unidades son rotos, muchas relaciones son rompidos, muchas situaciones ocurren dentro de nuestras relaciones humanas, por causa de la falta de este comprometimiento interior.

Cuando la emoción y el calor del momento piden un insulto, cuando piden una venganza, somos llamados a amar en esta situación

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Es muy facil amar aquella persona que me hace el bien, pero es muy difícil amar aquella persona que, tal vez, nutre por mi o por ti un rencor, una rabia, un resentimiento. Cuando la persona no quiere a ti o, cuando no tiene ninguna empatia en relación a nosotros, se convierte más desafiador.

Amar quien nos ama es muy facil; es muy facil también cultivar el rencor o una rabia por alguien que nos hizo el mal, estas cosas ellas van – como decimos: “solo hacia abajo”, ellas fluyen fácilmente de nuestro corazón. Pero yo y tu no podemos actuar y reaccionar delante de estas realidades de esta forma. No podemos sencillamente sentir las cosas, pero repito: nosotros necesitamos decidir lo que nosotros vamos elegir, decidir amar cuando me cuesta mucho, decidir perdonar cuando me cuesta mucho, decidir amr cuando la emoción pide una otra cosa. Cuando la emoción y el calor del momento pide un insulto, cuando pide una venganza, nosotros somos llamados a amar, en esta situación.

¡Como es desafiador! Y la Palabra habla que nosotros nos convertirnos hijos de Dios no cuando nosotros tenemos sensaciones buenas, no es solo cuando todo esta maravilloso dentro de nuestro corazón, pero nosotros somos hijos de Dios cuando, sin embargo sintiendo estas cosas ( que son cosas negativas), decido hacer una otra elección.

Tu puedes incluso sentir una rabia, pero tu vas elegir hacer el bien para aquella persona, tu vas elegir no decir un insulto, un palabrota o destratar aquella persona. Tu puede incluso sentir muchas emociones negativas y fuertes, pero tu no vas reacciones a partir de ellas, tu vas reaccionar a partir de la experiencia que tu has hecho con el Cristo.

Porque Él nos dio Su corazón, Él nos ha ofrecido la oportunidad también de trabajar nuestra humanidad y dejarla ser transformada por la fuerza de Su gracia. Es possible sí amar hasta nuestros enemigos, con la gracia de Cristo.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!