23 Jul 2021

Cultivemos la semilla de la Palabra en nuestro corazón

“La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más” (Mt 13, 23).

Jesús, es sembrador, esta nos explicando la parábola del sembrador, porque esta parábola nos pone en la condición de oyentes de la Palabra de Dios, que es la buena semilla.

Tu sabes que el fruto viene de la semilla, el árbol viene de la semilla; nadie nace listo, ningún fruto viene listo. Nosotros nos convertimos lo que somos hoy porque, un día, fuimos semillas – en el buen sentido de aquello que es la semilla, como el germen de la vida. El germen de la vida en nosotros viene por medio de la Palabra.

La Palabra de Dios es esta semilla que hace germinar el hombre nuevo, la mujer nueva. Solo vamos ser hombres de Dios transformados, renovados y curados si la semilla de la Palabra germinar en nuestro corazón. Porque es la Palabra de Dios que da la dirección, que realiza la transformación; es la Palabra que realiza la cura, la liberación; es ella que trae para nosotros nuestro encuentro personal con Dios. Lo que ocurre es que muchas personas, incluso en la casa de Dios, en el camino de Él, están perdidas, no llevan la vida en Dios porque no llevan en serio la Palabra de Él que es sembrada.

La Palabra de Dios es esta semilla que hace germinar el hombre nuevo, la mujer nueva

No basta estar en la Iglesia, no basta recibir los sacramentos, no basta pertenecer a ese o aquel movimiento, pues lo que nos sostiene y da sentido en el camino de Dios es la Palabra en nosotros. Es ella que produce frutos en nuestra vida, trae el fruto bendito de Dios a nosotros, que es Jesús, el hijo de María, la Palabra que se encarno en ella.

Aquella Palabra que se encarno en María, que se hizo carne y habito entre nosotros, esta misma Palabra también se encarna en nosotros cuando la acogemos como semilla.

Sé que la semilla parece una cosa muy despreciable e insignificante. Tu miras para una semilla, no das mucho valor, especialmente si vivimos en una era como la nuestra, que la ansiedad nada sabe esperar. Pero el fruto solo va ser sabroso si la semilla es cuidada, cultivada y valorizada, si la semilla es realmente amada para que crezca a su tiempo tiene una cosecha de fruto mejor posible.

La Palabra de Dios esta siendo sembrada en nuestro corazón, pero ella, muchas veces, no encuentra acogimiento, y donde ella no es acogida, ella también no creció; o a veces ella es acogida, pero, muchas veces, es sofocada, despreciada o no crea raíces , porque nosotros la acogemos de una forma tan superficial, nosotros la acogemos de cualquier forma, acogemos en medio a las palabras del mundo y mezclamos todo.

La semilla de Dios es Su Palabra eterna y salvadora. Si queremos producir el fruto del Reino de Dios en nosotros, y mucho fruto, treinta o sesenta, la gracia del Espíritu Santo es necesario acoger. Con un corazón atento, dispuesto y con profundidad, la Palabra tiene poder de transformar nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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