28 May 2020

Construíamos amor y unidad entre nosotros

“No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 20-21)

La preces del corazón de Jesús es por todos aquellos que han de creer en Su nombre. Creo en el nombre de Jesús, y si tu estas escuchándome, es porque también en Él cree, si no tu no perderia tiempo de leer no escuchar eso.

Nosotros creemos en Jesús, y tenemos también muchos otros que creen y llevan la vida en el nombre de Él. Sin embargo, no conseguimos vivir lo que Él nos pide, porque la gran suplica del corazón de Jesús es para que nos amemos.

Ya hemos dado cuenta, sin ilusión y sin engaño, que el amor entre nosotros es una realidad muy lejana. Amemos quien queremos, quien escogemos, quien es de nuestro medio, quien esta de acuerdo con lo que pensamos, con lo que hablamos, con lo que cremo, en quien votamos. Amor selectivo y escogido; y el amor cuando no es vivido, va creando divisiones, separaciones, va partiendo para los lados. ¡Y mira de cuantos lados Jesús fue dividido y roto!

No necesito ni hablar de la cantidad de iglesias que profesan el nombre de Jesús. Podemos encontrar más de 50 mil nombres diferentes de nominaciones dictas cristianas. ¡Sin embargo, si hablamos de todo el ámbito de nuestra fe, aún católica, que belleza hay en las varias expresiones de fe! No es esta cuestión de las expresiones diferentes de fe o los varios movimientos, pastorales, congregaciones, porque son bellezas, riquezas, es la diversidades del Espíritu.

Donde no se construye amor y unidad es difícil, allí, Jesús permanece

La adversidad es del Espíritu, la división es del diablo. El diablo nos quiere divididos, y Jesús sabe que el diablo entro en el mundo para dividir, robar, destruir y vernos unos contra los otros.

Es por eso que Jesús esta en una suplica llorando y ardiendo en el corazón del Padre: “Yo te pido para que, así como nosotros somos uno, ellos también sean uno, es decir, vivan la unidad”. Es la unidad de fe y de amor. Aún teniendo varias diversidades de pensamientos, opiniones e incluso convicciones, pero del amor y de la fe no podemos dejar de vivir la unidad.

Necesitamos, realmente, poner las rodillas en el suelo, doblar ese corazón para comprender que nosotros, muchas veces, hablamos de Jesús, pero no vivimos lo que Él pidió: no construimos unidad y amor. Cada uno construye su mundo de fe, vive sus convicciones personales, haz de tu forma, como quieren y aún se vanaglorian: “Yo hago en nombre de Jesús”, “Jesús que me mando hacer”.

Muchas cosas hablan de Jesús, pero Él solo baja la cabeza, llora y silencia. Donde no se construye amor y unidad es difícil, allí, Jesús permanecer.

Que nuestro corazón esté unido al de Jesús, para que podamos construir amor y unidad en todo lo que realizamos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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