11 Sep 2020

Conozcamos nuestra vida en primer lugar

“¿Por qué ves la mota en el ojo de tu hermano y no ves el rayo en tu propio ojo?” (Lucas 6.41).

Pasamos buena parte de nuestra vida ciegos, y por eso, Jesús vino al mundo como luz para tirar de la oscuridad y de la vida de cada uno de nosotros. Creamos que miramos, pero miramos mal, porque lo hacemos siempre de acuerdo con los intereses, y miramos aquello que queremos. 

Miremos la vida del otro, de las imperfecciones del otro, de los problemas del otro. Tenemos muchas cosas para hablar de la vida del otro, pero no nos miramos a nosotros mismos. Conducimos a los ciegos y queremos todavía  conducir, enseñar, orientar, direccionar la vida de los otros cuando no conseguimos, muchas veces, conducir nuestra propia vida. 

No perdamos el tiempo, no perdamos la vida en la ilusión y en la ceguera de los tiempos. Miramos la mota en el ojo del hermano y transformamos el cisco en una piedra, en la mayor cosa del mundo, pero no miramos el rayo, porque el rayo ciega los ojos. O sea, no paramos para mirar nuestros defectos, límites, errores. Tengo muchas cosas para hablar de la vida de los otros, pero no nos miramos a nosotros mismos. 

Cuánta ilusión vivimos en esta vida, porque pasamos buena parte sin mirarnos. 

Estamos movidos por nuestros impulsos emocionales de cada momento. Si alguien se burla de nosotros, estamos movidos por aquella ebullición emocional, y viene una serie de cosas para hablarnos, decirnos y juzgarnos. Mira cómo queda nuestra cabeza pensando en que respondí, decir o juzgar. Y cuando encontramos alguien para realmente vomitar lo que queremos del otro, nos sentimos compensados. 

Todavía prefiero la táctica evangélica de preguntar día a día dia donde me equivoque, donde necesito mejorar, como me estoy posicionando, donde estoy mejorando y donde estoy parado. Tengo tanta cosa para ver en mi, para corregir y controlar en mi, como quiero  controlar la vida de alguien? Juzgar a alguien si no sé cómo juzgarme a mí mismo con mi sentido del juicio? ¡Pobre seré yo!

Invito a usted a no perder tiempo. Gasta todo tu tiempo para no ser hipócrita en esta vida, gaste su energía, su tiempo, su disposición, lo mejor de su corazón para mirar en el espejo de cada día – espejo de alma y de corazón. 

Quien se dedica para conocerse de verdad no tiene tiempo para hablar, juzgar ni condenar a nadie. 

 

Dios te bendiga

Pai das Misericórdias

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