10 Jul 2020

Con prudencia y humildad somos guiados por Dios

“Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma.” (Mt 10, 16)

No es necesario decir que vivimos en un mundo confuso, llenos de mezclas donde el bien esta junto con el mal, donde el correcto esta junto con el equivocado, donde la confusión realmente reina.

Es necesario diferenciarse, y diferenciarse no significa que soy mejor que los demás, es solo que yo sepa, para donde estoy caminando o quien estoy siguiendo. Por eso, los discípulos no pueden ser lobos en el mundo en que estamos. Por el contrario, somos ovejas y tenemos un pastor, nuestro Pastor es Jesús.

Lo que nos diferencia del mundo no es lo que somos, pero Aquel que seguimos; es Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Hay algo muy importante que el Maestro quiere, hoy, enseñar a nosotros, que somos Sus ovejas. Estos dos pilares fundamentales para vivir en el mundo, sin ellos nosotros nos perdemos: el primero, por supuesto: la prudencia. Sea una persona prudente, no sea “ingenuo”: no sea un tonto en el mundo”, no sea aquella persona que no sabe diferenciar el bien del mal, lo correcto del equivocado. No sea aquella persona que cree que todo el mundo es bueno y maravilloso. No sea aquella persona que se ilude con la apariencia, con lo que esta por fuera, con las apariencias.

No hay mayor ingenuidad que dejarse llevar por las apariencias, por lo que habla el vendedor, aquel que viene, te entrega tu producto y habla: “Resuelve tu vida”. Cuando él se va. Aquel producto no sirve para nada, porque, fácilmente, nos iludimos y nos engañamos, fácilmente, tenemos posturas ingenuas delante de los hechos, de la vida y de las realidades.

La sencillez es aquel que es humilde, el humilde es aquel que aprende, escucha y se pone en tu lugar

No cuides de tus hijos con cuentos de hada, como si el mundo fuera todo bello y maravilloso, como si el mundo fuera una redoma de vidrio que criamos dentro de tu casa, donde todo es paz y amor.

En el mundo, hay mucho terror y no podemos ser ingenuos. Es necesario ser prudente, saber dónde estamos pisando. Mismo caminando, por ejemplo, la Iglesia, para casa de Dios, vamos imaginar que allí todo el mundo es perfecto y maravilloso. Es necesario prudencia en las elecciones, en las conversas y en todo aquello que hacemos.

La base de la prudencia evangélica viene de la simplicidad, ser sencillo como las palomas. La sencillez es aquel que es humilde, y ese es aquel que aprende, escucha y se pone en tu lugar. El humilde es aquel que reconoce tus errores; que escucha a Dios y se deja guiar por Él. El humilde es aquel que pide perdón y vive la reconciliación; es aquel que se deja guiar por Dios en las direcciones en la vida.

Por lo tanto, con humildad y prudencia, Dios nos va guiar en el camino de la vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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