“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8, 21)

¡Es una belleza la gracia que Evangelio nos trae! Cuando anunciaban Jesús, en medio de toda aquella multitud, que Sus hermanos y Su Madre estaban allí, Jesús vino mostrar que el Reino de Dios no se forma por grado de parentesco solo sanguíneo.

El Reino de Dios se forma por aquellos que son sus discípulos y seguidores. Esta es la familia de Jesús, esta es la familia de Dios, esta es nuestra familia. Somos de la familia de Jesús, pertenecemos a la familia de Él. ¿Cómo pertenecemos la familia de Jesús? Para el judío, la cuestión consanguinidad era y es muy importante, porque, para un judío, pertenecer a una tribu es fundamental, pertenecer al pueblo de Israel es el camino de la salvación.

Jesús rompe las barreras de familias, de tribus, de nacionalismo y patriotismo. La patria, que es el Cielo, es de todos que escuchen la Palabra de Dios.

Para pertenecer a la Familia de Jesús, la patria celeste, la condición primera es escuchar. Sabemos que para escuchar es necesario dedicar atención, volverse para escuchar la Palabra de Él.

Estamos perdiendo mucho tiempo con tantas cosas triviales, estamos perdiendo tiempo con muchas distracciones, porque la distracciones es hecha, justamente, para quitar nuestra atención y, así, no prestar atención en escuchar Jesús. Participamos de la celebración, más eso no significa que estamos escuchando Jesús, porque podemos estar allá de cuerpo, pero nuestra cabeza esta para otro lado, nuestro corazón esta en otra dirección y no estamos escuchando Jesús.

Para ser de la familia de Jesús, es necesario tener tiempo para escuchar Su Palabra y dedicación para ponerla en practica

Caminamos para de un lado para el otro, trabajamos para Jesús, pero no escuchamos a Él. Algunos dicen: “Yo soy ministro en la Iglesia. Hago eso en la Iglesia”, pero eso no dice nada para Jesús. Para el Señor, solo es de Él quien escucha a Él, es quien obedece a Él, es quien, al escuchar Su Palabra, pone en practica.

Hoy, somos invitados a hacer parte de esta linda familia, la familia de Jesús, la familia de aquellos que cogen la palabra y la reflexionan de corazón. Que belleza, estamos trabajando para formar un ejercito de personas que aman la Palabra de Dios, que la ponen como el libro de tu vida y paran para reflexionar, para rever su vida y sus elecciones. ¡Como es difícil alguien tener veinte minutos para dedicarse a la Palabra de Dios!

Son tantas ocupaciones, incluso ocupaciones religiosas, leemos el libro de los santos, las historias, pero la Palabra de Dios esta quedando de lado en la vida de muchos de nosotros.

No nos olvidemos: para sernos de la familia de Jesús, necesitamos tener tiempo para escuchar Su Palabra y dedicarnos a ponerla en practica.

¡Dios te bendiga!