15 Oct 2020

Pongámonos bajo la autoridad de la Madre Iglesia

“Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden” (Lc 11, 52).

Es duro saber que maestros de la Ley, que son doctores en el conocimiento de la Ley divina, Ley sagrada, no entran en el Reino de Dios, porque ellos conocen la Ley, pero no la practican; conocen las Sagradas Escrituras, pero no las ponen en practica; si creen conocedores de todo a respeto de Dios: lo que puede y lo que no puede, lo que debe y lo que no se debe, pero no viven el amor, la caridad, y aún impiden los demás de entraren.

Generalmente, los llamados “maestros de la Ley”, “doctores de la Ley” rechazan y condenan todo; lo correcto son ellos, los demás están siempre equivocados.

Hoy, tenemos muchos doctores de la Ley, mismo sin estudiar la Ley divina, la Ley canonica, mismo sin estudiar se creen conocedores. Hay los que estudian y buscan, incluso las personas están con una practica y se creen un máximo. Ellos recurren al textos en la internet, a los pensadores que quieren, los gurú que los inspiran, y todo lo que escriben van copiando, poniendo de allí por delante, van juntando y creando las escuelas farisaicas en nuestro medio para juzgar, condenar, discutir y agredir los hermanos.

Solo podemos dejarnos guiar por la Madre Iglesia

Ellos están por todas las partes, invaden las redes sociales de los demás para condenar quien no hace y no piensa como ellos. ¿Quien soy yo para juzgar, condenar y atacar sea quien sea? El primero criterio que tengo para relacionarme con alguien es, justamente, esta postura. Quien vive de condenar, agredir y atacar, no voy perder tiempo para relacionarme con quien no contribuye con el dialogo, con el amor fraterno; con quien no sabe escuchar, porque estos son elementos esenciales del Evangelio. La esencia del Evangelio no es la agresión, la discusión, el ataque a los demás, no es formar grupos armados. Incluso, cuando hablo “armados”, quiere decir armados de argumentos, de sofismas, para partir arriba de los demás.

Me pongo bajo la autoridad de la Iglesia, que es Madre, Maestra, la Iglesia que escucha y que silencia. No puedo dejarme llevar por quien se cree maestro, doctor y conocedor sea quien sea. Solo podemos dejarnos guiar por la Madre Iglesia que, en estos dos mil años, paso por ataques de un lado y de otro, pero ella subsiste, ella es la arca de la alianza, ella es la arca de Noé que nos conduce para la salvación en Dios. Todos los demás que atacan dentro o fuera de ella no pasan de estos que criaran solo ataques a Jesús.

Cuando Jesús habla “Aí”, necesito decir “Aí” para mi, para no me creer o no me convertir un maestro, un doctor de la Ley como aquel que se cree conocedor de todo, y todo solo es correcto si esta de acuerdo con lo que pienso. Hay una autoridad mayor: el proprio Dios, y entre nosotros, la Santa Madre Iglesia.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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