“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume” (Jn 12, 3).
Jesús volvió para la casa de Marta, María y Lázaro, porque a poco Él había resucitado Lázaro de los muertos. ¡Que gracia Él estar en la casa de aquea familia!
María, más una vez, se puso a los pies de Jesús y se puso a os pies de Su Maestro con lo mejor que ella tiene: medio litro de perfume de nardo puro, uno de los perfumes más caros que se tiene para ungir los pies de Jesús.
¿Sabe por qué ella está ungiendo los pies de Jesús? Porque ella reconoce Jesús como Su Señor y Salvador, ella reconoce Jesús como Aquel que trajo vida para su vida. Ella paraba para escuchar Jesús. Aquella que para para escuchar a Jesús, para adorar a Él; aquella que dejo antes sus quehaceres para escuchar el Maestro, es aquella que deja sus quehaceres para adorar el Maestro. María anticipa o que va ser la unción de Jesús, e cuerpo de Jesús muerto. Ella está allí para adorar el Señor, Aquel que ella reconoce como Su Salvador.
Pongámonos a los pies del Maestro, para escuchar, adorar y amar a Él
Ella se tira entera a los pies de los Maestro, ella seca, incluso, los pies del Maestro con sus propios cabellos. La unción del bálsamo se difundió por toda la casa porque el bálsamo de la unción de Jesús para aquellos que acogieron, se difunde. Y esta unción llega hasta nosotros como el nuevo olor, el nuevo sabor, el nuevo gusto que la vida de Jesús trae hasta nosotros.
Uno de los discípulos de Jesús, el ambicioso, ganancioso y avaricioso Judas, se contrapone porque él esta parado en el dinero que cuesta aquel perfume y no en la persona de Jesús. Viviendo mucho tiempo con Jesús, Judas no adoro Jesús, pero adoraba el dinero. Viviendo mucho tiempo con Jesús, María no adoraba el dinero y no miraba para lo que él significaba, porque el gran valor de su vida era Jesús. Quien daba valor y significado a su vida era el Maestro Jesús, por eso, ella no temió gastar y desgastar para estar a los pies de Jesús.
Quien tiene un corazón desprendido y verdaderamente ama se tira, gasta su tiempo y sus valores para encontrar un único y verdadero valor que lene nuestra vida, y ese bien jamás nos será quitado, ese bien es Jesús.
Pongámonos a los pies del Maestro para escuchar, adorar y amar a Él porque ese tesoro precioso ni la muerte podrá quitarnos.
¡Dios te bendiga!
