09 Jul 2019

Basta una Palabra del Señor para nuestra alma ser sanada

“Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades” (Mt 9, 35).

Jesús caminaba de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo. Él era, de hecho, la gracia ambulante de Dios, que llevaba aquella gracia para el mundo que estaba en a desgracia del mal y del pecado.

Jesús necesita continuar y continua caminando en nuestro medio en los días de hoy, porque, cuando la Palabra de Dios es predicada, cuando el Reino de Dios es enseñado, el mundo es sanado, las enfermedades son ahuyentado. Nuestra alma, nuestro corazón, que se encuentra muchas veces, oprimiendo y deprimiendo, necesita del toque de la gracia del Evangelio. Yo soy testimonio de cuantas veces he predicado la Palabra de Dios a los corazones y vi muchas personas siendo sanadas. Yo vi muchas personas desanimadas alcanzaren un nuevo animo, una nueva razón de vivir.

Yo sé que la Palabra no es mía, pero sé que la Palabra del Evangelio, cuando llega a los corazones, tiene poder de resurrección y sanación. Si nosotros queremos salvar, sanar el mundo, rescatarlo, llevemos Jesús a los corazones, anunciemos y proclamemos Cristo, llevemos el amor de Él a las personas.

La verdad es que hablamos poco de Jesús, reservamos un tiempo para escucharlo, pero, a veces, este tiempo es tan mal utilizado, porque hasta en la iglesia nos perdemos, distraemos y ocupamos nuestro tiempo con aquello que no es lo esencial.

Necesitamos rellenas de Jesús, necesitamos alimentarnos de las palabras de Él, porque nosotros somos estas ovejas cansadas, abatidas que, muchas veces, están viviendo sin pastor. El Pastos es Jesús, que se compadece de nuestra dolor, de nuestra enfermedad y de nuestro sufrimiento. Necesitamos permitir que Él cuide de nosotros, que Él caliente nuestra alma y nuestro corazón.

Basta la Palabra del Señor entra en nosotros para que nuestra alma desanimada encuentra el aliento

Basta una Palabra del Señor y nuestra alma va ser sanada. Basta la Palabra del Señor penetrar en nosotros para que nuestra alma desanimada encuentre el aliento, la vida y el vigor.

Proclamemos la Palabra que sana, proclamemos Jesús, proclamemos la autoridad de Él, el nombre de Él si queremos, realmente, ser salvos, y que los nuestros sean también.

En el medio de la situación emblemática y problemática, que pasamos en casa, en el familia, queremos solucionar de una forma muy humana lo que se convirtió incluso la falta de humanidad, pero si el Evangelio entrar en su casa, él va traer luz para estas discusiones, para estos problemas.

Yo digo para una pareja que no consigue solucionar las crisis: ponga el Evangelio en el medio o delante. El problema es que ponemos el Evangelio de lado, cuando es bueno decimos: “Que bueno, sirve para el otro”, pero cuando ponemos el Evangelio delante y, especialmente, dentro de nosotros y en el medio de nuestras relaciones, puede ser la familia más complicada o situación más dura, comience a reunirse alrededor de Jesús, alrededor de la Palabra de Jesús, y tu vas a ver tu familia resucitar, resurgir, la Palabra de Dios hacer bendición y curas donde tu estas.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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