20 Nov 2019

Asumamos nuestras responsabilidades como el siervo bueno y fiel

“El primero que llegó dijo: “Señor, las cien monedas rindieron cien veces más. El hombre dijo: Muy bien, siervo bueno. Como fuiste fiel en las cosas pequeñas, recibe el gobierno de diez ciudades” (Lucas 19, 16-17)

La parábola que estamos escuchando del corazón de Jesús, de ese hombre noble que parte hacia un país distante y entrega a sus empleados la administración de sus bienes, así nos cuenta la verdad de la relación del Padre para con nosotros.

El Padre nos entregó sus bienes para administrar. El primero de los bienes, es nuestra propia vida, nos cabe a cada uno administrar, cuidar y ser responsables por nuestra vida. Después, todo lo que dice al respecto de la vida, al mundo creado, la naturaleza, a todo lo que está dispuesto a nosotros, nuestros talentos, nuestras capacidades. Nadie puede omitirse ante la vida.

Todos los que tienen consciencia y no que no huyen de su recta consciencia, deben asumir la responsabilidad por lo que Dios le confió, lo que no puede suceder es lo que pasa tantas veces de llevar la vida de cualquier modo, de conducir nuestra vida de acuerdo a cómo sople el viento. A veces tropezamos tanto en la vida y encima lo culpamos a Dios de las cosas que no salieron bien.

Dios nos bendice, nos ilumina, Él nos da su gracia, pero la responsabilidad es nuestra. Es verdad que hay quienes recibieron más para administrar: la madre que tiene muchos hijos, aquellos que tienen muchas responsabilidades. Disculpa, pero hay gente cuidando de tantas cosas y cuidando bien y, a veces, hay personas cuidando de una sola cosa, cuidando solo de su vida y la está cuidando como un siervo malo y perezoso, que simplemente guardó el bien encomendando.

No nos detengamos en la cantidad, en el tamaño de nuestras responsabilidades, no nos detengamos en la cantidad de bienes que tenemos que administrar o de las cosas que tenemos que cuidar. Puedes cuidar bien de un solo carnero, como puedes cuidar mal de cien carneros.

Cuidemos bien de nuestra vida cada día, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles y responsabilidades

Puedes cuidar muy bien de cien corderos, como puedes cuidar mal de un solo cordero; puedes cuidar bien de diez vidas que están bajo tu responsabilidad, pero puedes cuidar muy mal de tu propia y única vida. ¿Si no logramos cuidar de nuestra propia vida, qué vamos a cuidar en este mundo, qué vamos a poder asumir en este mundo?

Seamos como el siervo bueno y fiel, cuidemos bien de nuestra vida cada día, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles y responsabilidades, en la simples obligaciones como la de levantarnos y arreglar nuestra cama.

¿Una persona que no logra arreglar su cama a la mañana, cómo va a poder organizar su vida, el corazón y las demás responsabilidades?

¡Dios te bendiga!

 
Pai das Misericórdias

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