02 Feb 2022

Asume como un hijo consagrado al Señor

“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor” (Lc 2, 22-24).

La primera vez que Jesús fue a Jerusalen ocurrió en el episodio de hoy; celebramos con toda la Iglesia la Fiesta de la Apresentación del Señor en el Templo. Jesús va, por la primera vez, a Jerusalén como prefiguración de la ida definitiva, cuando Él va ser inmolado, cuando Él sera sacrificio, cuando Él sera la víctima y el altar. De la misma forma como el Hijo de Dios, hoy, es presentado en el templo, un día, Él también va ser presentado como víctima de expiación por nuestros pecados.

Los padre de Jesús, María y José, son personas tementes a Dios, ellos tienen la preocupación con la dimensión espiritual de aquella niño. Como es importante para los padres esta preocupación con la dimensión espiritual de los hijos. Por supuesto, los padres se preocupan con el crecimiento biológico, con la salud física de los hijos, con la preocupación, con alimento, pero nunca pueden olvidarse de lo más importante, que es la dimensión espiritual, poner el corazón de los niños unidos al corazón de Dios.

El hijo de Dios fue consagrado, nosotros somos consagrados al Señor, pertenecemos a Él

Ir a la casa del Señor es un comprometimiento de vida, es ofertarse junto porque no era solo un gesto de presentación de Jesús, pero era la vida de Él, decía de la identidad de Jesús, el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

“Fueron a la casa del Señor a fin de presentarlo”, Jesús sera puesto delante de la cara de Dios para descubrir Su propia cara de Hijo, el elegido, el amado, el cordero de Dios que nosotros descubrimos en Su entrega de vida. Aquel niño era consagrada al Señor, el sacrificio del primogénito era para recordar que todos nosotros pertenecemos a Dios, era un gesto de los judios para hacer recordar que pertenece a Dios; del primer hijo hasta el ultimo, todos pertenecen a Dios. Reconocer también la plena libertada del hombre, del primogénito y de todos los demás que se siguen porque ellos son iguales al Primogénito: todos son hijos amados, todos son hijos libres y consagrados al Señor.

El gesto que los padres de Jesús cumplen: un par de tórtolas o de pichones de paloma, como nos presenta la Palabra, demuestra la simplicidad y lo que es esencial al consagrar un niño para Dios. Desgraciadamente, nosotros vemos, hoy, en nuestros tiempo, mucha preocupación con cosas exteriores. Por ejemplo, en el momento del bautizado, preocupación con la fiesta, con los detalles, pero no podemos olvidar del esencial, aquel niño pertenece a Dios, es de Dios, agora hace parte de la familia de Dios. ¡Eso es el más importante! No nos olvidemos nunca de lo que es esencial porque, muchas veces, nos perdemos en lo que es superfluo y lo que es más importante olvidamos.

El Hijo de Dios fue consagrado, nosotros somos consagrados al Señor, pertenecemos a Él. ¡Nuestra vida esta en Sus manos!

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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