26 Dec 2018

Aceptemos Jesús y quedemos llenos del Espíritu Santo

Quien acepta Jesús como Su Señor deja vaciarse de sus concepciones para dejarse guiar por el mismo Espíritu que lo ha guiado

“Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios” (He 7, 55-56).

En el primer día de la Octava de Navidad de Jesús, celebramos el primer mártir, aquel que fue el primer a dar su vida por causa de Jesús.

Cristo se encarnó en nuestro medio, en la vida de aquellos que lo acogieron. Esteban acepto Jesús como su Señor y Salvador y llevo su vida en nombre de Él.

Acoger Jesús no es simplemente hacer fiesta, porque Él nació. Acoger Jesús quiere decir aceptarlo, amarlo y tenerlo como único Señor y Salvador de tu vida, y llevar todo aquello que tu realizas en nombre de Jesús, es estar dispuesto a dar la vida por Él dio como Él dio su vida por nosotros.

Esteban hizo eso con todo amor de tu corazón, sin peso, sin miedo y sin recelo. Mismo siendo perseguido, rechazado y no vio otra cosa, que no sea la gloria y la presencia de Dios.

Durante su vida, Esteban fue un hombre intrépido, atrevido y lleno de Espíritu Santo. Quien recibe y quien acepta Jesús como su Señor y Salvador se llene de la gracia del Espíritu, vaciase de sus concepciones y meros conceptos humanos para dejarse guiar por el mismo Espíritu que guio Jesús.

El gran don que Esteban recibió fue el Espíritu de Jesús que estaba en él y lo guio para que él pudiera predicar, dar testimonio y diera tu vida por causa de Jesús. Esteban dono su vida y, antes que los hombres la tomasen, él la demostró para el anuncio del Evangelio. Aquello causo un profundo incomodo y muchos los persiguieron y, cuanto más los perseguían, más él dio el testimonio el amor de Dios que estaba en Él. Él murió perdonando sus verdugos, murió lleno del Espíritu, amando quien lo rechazaba y testimoniando la gracia de Dios que estaba en Él.

Somos llamados a amar Jesús con la vida, testimoniar con nuestros actos y con aquellos que hacemos. Llevemos, por lo tanto, la vida en nombre de Jesús, amemos unos con los otros, perdonemos quien necesitamos perdonar, pero, arriba de todo, manifestamos con nuestras palabras, actos y con nuestra vida que Jesús nació, vive en medio de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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