11 Feb 2022

Abra tu corazón para la Palabra de Dios

“Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa: «Abrete». Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente” (Mc 7, 32 -35).

Estamos delante de una pasaje que me gustaría decir que no tiene nada a ver con los hermanos que son afectados por esta dificultad, sea en la forma de hablar, pero sea también en la dificultad para escuchar. Aquí, la Palabra de Dios, quiere mostrarnos otra cosa: la imposibilidad interior de hablar porque no se escucha, la imposibilidad de comunicar porque no se escucha; la imposibilidad de comunicar porque no se escucha; la mutismo y la sordera interior.

¡El problema es la comunicación del interior, quien realmente la persona es, ese es el problema! La palabra “sordomudo” es la misma raíz de la palabra “absurdo”. Convierte las realidades absurdas para quien no consigue escuchar, puede ser hasta mismo la más bella declaración de amor, pero si la persona no escucha, queda difícil entender que aquello allí es una lenguaje de amor.

Existe la lenguaje de las señales, hoy, muy bien desarrollada en nuestros tiempos, pero necesita de alguien con quien conectarse para traducir esta lenguaje. Es decir, si nosotros escuchamos, si soy sordomudo, para mí todo se convierte absurdo. Y las personas que no consiguen, muchas veces, poner para fuera sus dramas, sus conflictos – tu seguramente conoce alguien así o hay alguien así dentro de su casa, la persona cerrada en sí misma, que no consigue hablar de sus sentimientos, que no consigue expresar, que es una persona cerrada en sí misma, que tiene esta dificultad de comunicar lo que ella es, de comunicar lo que ella vive y siente.

Dejémonos tocar por Su gracia, por Su Palabra, para que nosotros salgamos de nuestro cerramiento y abramonos para Dios

“Jesús se aparto con ese hombre”,; solo la intimidad con Jesús nos hace pasar del cerramiento para la apertura, solo cuando estamos cerca de Jesús somos capaces de comunicar lo que hay dentro, porque Jesús conoce nuestro interior, porque Él es conocedor de nuestros corazones.

Los gestos que Jesús realiza aquí, especialmente, en este tiempo de pandemia, es muy extraño: el dedo, la saliva, el toque. Pero vamos ver, el dedo es Dios quien forma; Él forma ese nuevo hombre. La saliva es simbolo del Espíritu que da la vida. El toque en la lengua es la Palabra de Dios que llega en la vida de aquel hombre. Todos estas señales de Jesús están presentes hoy. ¿Dónde? En los sacramentos, y en estas señales visibles nosotros podemos tocar en el Señor, experimentar Su gracia y recibir también de Él Sus bendiciones.

Jesús dijo al final: “Efatá”, esta palabra que significa: “Abrete”, la misma palabra que fue proferida sobre nosotros en nuestro bautismo. Nosotros también recibimos en nuestros oídos esta proclamación: “Abrete”. nadie puede vivir el cierre, nadie puede vivir cerrado en sí mismo, la apertura lleva la comunicación de aquello que nosotros somos.

Acerquémonos de Jesús, dejémonos tocar por Su gracia, por Su palabra, para que nosotros salgamos de nuestro cierre y nos abramos para Dios y para nuestros hermanos.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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