13 Mar 2020

Nuestra misión es producir buenos frutos

“Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos” (Mt 21, 43).

El propietario, el dueño de la viña, mando operarios para rever tu viña. Ellos fueron rechazados, no fueron acogidos. El propietario envió tu hijo y incluso fue rechazado, y no solo rechazaron, como también mataran a Él. El propietario ajustaría las cuentas, porque la propriedad pertenencia a él.

Este mundo pertenece a Dios, fue Él quien creo. Un día, vamos dar cuenta a Él de la vida que tenemos y cultivamos aquí en la Tierra, porque nuestra vida pertenece a Él. Estamos solo cuidando de ella, de nuestra parte, tenemos la responsabilidad para que la Tierra produzca frutos, para que nuestra vida produzca frutos, para que el amor este reinando en nuestras relaciones mutua, para que creamos solidaridad y tengamos responsabilidad unos con los otros. Esta es nuestra misión en este mundo.

Nuestra misión es producir frutos. No podemos ser aquellas personas egoístas, orgullosas y soberbias, que, simplemente, se apoderan de las cosas, porque admiran de lo que son creadas, porque se admiran de las posibilidades que tiene vida y el ojo crece, la arrogancia crece, la codicia toma cuenta y nos aventajemos, nos apropiamos de las cosas que no pertenecen a nosotros.

El Reino de Dios es dado a nosotros para que también produzcamos frutos

Todo lo que Dios creo es para todos, pero, desgraciadamente, muchos se aposaran de lo que es de todos y dejaran la gran mayoría sin nada, sin ser próvido del amor, del cuidado y de la ternura.

El Reino de Dios es así también, el Reino de Dios fue dado, primero, para un pueblo, para que este produzca frutos y no produzca los frutos que esperaban de ellos. El Reino de Dios es dado a nosotros para que también produzcamos frutos. No es, simplemente, para creer dueños de la Iglesia, dueños de la fe, no es para creernos propietarios de Dios, de los dueños y de la gracia de Él.

No somos propietarios; en realidad, somos hijos de Él, estamos cuidando de lo que es de Él, pero Él es el dueño. Es Dios que debe cuidar de nosotros.

Nosotros nos apropiamos, pero no producimos frutos. Es por eso que, muchas veces, perdemos la gracia, el Reino de Dios y el sentido de la vida. Perdemos el sentido de la entrega, de la consagración y del bautismo.

Muchas veces, perdemos el sentido del matrimonio, el sentido de lo que hacemos, y desde entonces vienes el desanimo, la falta de aliento, la falta de compromiso y comprometimiento con las cosas de Dios. Vamos perdiendo la gracia, la gracia de Dios se va quedando vacía en nosotros. Otros se van apropiando, van recibiendo de Dios lo que era para cuidar.

No hagamos dejamos el don de lado, de la gracia y de la presencia de Dios en nuestra vida, no cuidemos de cualquier forma, pero cuidemos de lo que Dios nos confió con amor, produciendo muchos frutos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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