19 Dec 2021

La misión de María es llevar Jesús a tu corazón

“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lc 1, 42).

Hoy, contemplamos, en la Liturgia, María elegida para ser toda de Dios, pero que se pone a disposición para ser toda del prójimo. Aquella que es cuidada por Dios sale para cuidar del otro.

De nada vale querer servir a Dios solo queriendo que Él cuide de nosotros, pues quien es cuidado por Dios cuida de sus hermanos, se pone a disposición, se pone en misión. No fue el embarazo que paro María, por el contrario, si ella ya era sierva, ella se convierte, ahora, como embarazada, misionera, como aquella que lleva el Salvador.

La misión de María es ser portadora de la gracia, la misión de María es llevar su Hijo Jesús a los corazones, y es por eso que ella no puso ningún obstáculo, por el contario, ella quito los obstaculos delante, ella quito las dificultades y subio aquella región montañosa de una forma apressada, quiere decir, impulsar totalmente por la gracia para ir al encuentro de Isabel, su parienta, que estaba embarazada, necesitando también de cuidados, de ayuda; y allí estaba María. Cuando Isabel escucho el saludo de María, el niño que estaba en su vientre saltó, exulto y también Isabel quedo llena de Espíritu santo.

María se pone a disposición para ser toda del prójimo

Reza con nosotros: 
.:4º Día de la Novena de Navidad

La mujer llena de Espíritu Santo, el hombre lleno del Espíritu Santo proclaman las verdades de Dios, no hablan por su intuición humana, pero hablan movidos por la gracia divina. Es por eso que Isabel nos trajo verdades de la fe. La primera de ellas: “Bendicta eres tu, María, entre todas las mujeres, y bendito es el fruto que viene de tu vientre”. Porque ella fue la primera a reconocer que aquel que venía de María era el Salvador, el Divino Salvador de todos nosotros. Y bendita era María entre todas las mujeres, porque ella engendró el Divino Salvador.

Cada mujer tiene un lugar singular en el corazón de Dios; la mujer que es madre, la mujer que es consagrada, la mujer que es soltera, viuda, por fin, el ser mujer es una gracia. Pero miremos para aquella que es bendita entre todas las mujeres, porque sobre ella reposo una gracia única y singular: engendrar en su vientre el Divino Salvador. El Divino Salvador es bendito, y bendita es ella que dejo que su vientre, que su seno, que todo su ser fuera morada de Dios.

Isabel, toda encantada con la visita de María – “¿Cómo puedo tener la gracia de recibir la madre de mi Salvador?” -, proclama otra bienaventurada de María: “Bienaventurada aquella que creyó, porque va ser cumplido lo que el Señor le prometio”. Bienaventurada es tu, María, porque tuviste fe, porque acreditaste en los designios y en las promesas de Dios, por eso tu eres bendita, porque has creído en la obra redentora de Dios y has puesto como instrumento en las manos del Señor. ¡Por eso la Liturgia de hoy se vuelve para el vientre bendito de aquella que nos trajo el Bendito Salvador!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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