16 Feb 2022

La gracia de Dios te visita todos los días

“El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad” (Mc 8, 24-25).

Aquí, nosotros estamos hablando de una dimensión espiritual, no estamos hablando de las personas que son ciegas fisicamente, no es ese el tema. “Hombres como árboles que caminan”, mire la distorsión de la imagen causada por la ceguera espiritual. Cuando nosotros perdemos la visión espiritual, nosotros vemos las cosas, los hechos y las personas siempre de una forma distorsionada. Cuando perdemos esta visión espiritual, las personas pueden convertirse obstáculos en nuestra vida.

Él veía los hombres como árboles, y una árbol es un obstáculo para una persona que no ve. “Como árboles que caminan”, ¡pero aún amenazador! Las personas pueden convertirse para nosotros una amenaza cuando nuestra visión esta distorsionada. Existe también aquí, en esta pasaje, un principio de gradualidad de la gracia de Dios (nosotros podemos decir así). Dios actúa en nuestra vida de una forma contínua y gradual, Tu gracia nos transforma poco a poco; Él va poco a poco actuando y trabajando en nuestro interior, nos moldando de una forma gradual, por eso, que el tiempo para nosotros es ese espacio para adecuarnos a la gracia de Dios, para conformarnos nuestros corazón con la gracia que nosotros recibimos, para que nosostros pongamos en acto a la gracia que recibimos.

Todos los días, la gracia de Dios nos visita, no es una episodio solo aislado, por eso, nosotros cristianos, necesitamos de la frecuencia

Dios nos dio el tiempo, la temporalidad hace parte de nuestra camino, por eso, no podemos exigir de nosotros mismos ni de nadie una conversión inmediata, que la persona ya esta perfecta y lista, porque Dios nos dio el tiempo. Aquí, Jesús nos advierte del riesgo de una fe inmediatista, intimista, emotiva, una fe muy entusiasta, de más, en exceso. La vida con Cristo no puede ser solo un episodio de una única gracia, pero necesita ser una relación contínua.

Es tan bueno cuando participamos de un encuentro, de un momento de oración, pero la vida con Cristo no puede resumir a un solo episodio. La vida con Cristo es una relación contínua, crescente, gradual y madura. Todos los días, la gracia de Dios nos transforma; todos los días, la gracia de Dios nos visita, no es un episodio solo aislado, por eso, nosotros, cristianos, necesitamos de una frecuencia, necesitamos de perseverancia, de un camino contínuo. Los sacramentos nos enseñan eso. La frecuencia al Sacramento de la Eucaristia, la frecuencia al sacramento de la reconciliación que, poco a poco, va moldando nuestro corazón.

La Palabra dice que Jesús puso las manos sobre él (delante de los ojos – podería ser, quien sabe). Las manos redentoras de Cristo están ahora en los ojos de aquel hombre. Pensaba en esta imagen: la mano de Jesús que cobre el rostro de aquel hombre, pero él consigue ver porque son las manos perforados de Jesús. Por medio de estas heridas de los clavos de Jesús, cualquier ser humano puede ver. Jesús no se convierte obstáculo en la vida de nadie, porque Sus manos sobre nosotros son redentoras, son manos con llagas; y Él nos da Su gracia.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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