12 Mar 2021

La dimensión del amor pasa por la dimensión de la escucha

“El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es un único Señor.” (Mc 12, 29).

“¡Israel, escucha! El Señor nuestro Dios es el único Señor”. Cuando preguntamos para cualquier persona cual es el mayor de los mandamientos, la respuesta de inmediato es: amar a Dios sobre todas las cosas. Pero lo que no puede quedar de fuera es lo que el Señor mismo dijo a Israel, llamar Israel. Porque quien no escucha no ama, por eso, la dimensión del amor, pasa por la dimensión de la escucha. Israel dejo de amar el Señor cuando dejo de escucharlo.

Tu sabes por cuantos caminos tenebrosos el pueblo de Dios camino porque no escucho el Señor, porque fue un pueblo duro de corazón, como el pueblo se perdió a lo largo del desierto, como el pueblo de Dios mismo ya en la tierra prometida se perdió, se corrompió porque escucho a sí mismo, pero no escucho el Señor.

No podemos quedar con este dialogo “error”: “Yo amo a Dios”, pero, ¿cómo amo a Dios si no escucho a Dios? Escuchar a Dios no es lo que yo quiero que Dios me hable, no es lo que yo pongo en la boca de dios, no es lo que yo interpreto como Dios, como si fuera Dios me hablando, no es lo que quito de mi cabeza, ideas, personal y pongo así: “¿Esta viendo lo que Dios esta hablando?”.

Es fácil hablar que el amor de Dios está en mí, difícil es ese amor realizar la obra de la escucha dentro de nosotros

El arte de la escucha es la más difícil de todo aquello que los sentidos humanos necesitan. Nosotros no sabemos escuchar más a los demás. La mujer, muchas veces, no escucha a su marido, los hijos no saben escuchar los padres, los padres no saben escuchar sus hijos, los humanos no saben más escuchar unos a los otros.

Si no somos capaces de escuchar el lenguaje humano, ¿cómo vamos escuchar el lenguaje divino del silencio, el silencio de Dios? Vamos seguir creando interpretaciones, ideas de nuestra cabeza para decir que Dios esta hablando.

Saber escuchar a Dios es quien ama a Él de verdad; quien ama menos a sí y ama a Dios sobre todas las cosas. Saber escuchar Dios es salir de esta posición que tengo, tan orgullosa y soberbia de creer que sé todo, que puedo todo y paso incluso por encima de los demás en nombre de Dios.

Saber escuchar a Dios es dejarlo llevarnos por la mano incluso donde no queremos ir, amar hasta quien no queremos amar, cuidar incluso de quien no somos humanamente capaces de cuidar. Amar a Dios es dejar que Él mande no solo en lo que quiero obedecer, pero en lo que Dios, de hecho, quiere realizar en mí.

Es fácil hablar que el amor de Dios esta en mí, difícil, es ese amor realizar la obra de la escucha de Dios dentro de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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