“A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Juan les respondió: No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo” (Jn 3, 14).

Hoy, la gracia es de celebrarnos la Exaltación de la Santa Cruz, la victoria de la cruz de Jesús. No predicamos otra cosa, no anunciamos otro, aún que sea Jesucristo crucificado.

Como dice San Pablo a los Corintios, para algunos Él es escándalo, para otros es locura, pero el Cristo crucificado es el podre de Dios, es la victoria de Dios, es Dios que vence el poder del mal, es Dios que aplasta el maligno en lo que sería la derrota y la maldición.

La cruz era un escándalo mismo. Un hombre ser predicado en una cruz, en la cultura y en el pensamiento de la época, era un escándalo, porque ella era reservada para los peores criminosos. ¿Que delito Jesús cometió? ¿Que mal Él hizo? Él llevo sobre sí nuestros delitos, nuestros pecados, nuestras madiciones para traernos la bendición, la sanación y liberación.

La Palabra esta diciendo que Moisés levanto la serpiente. Recordamos que la serpiente de bronce fue hecha en el desierto para sanar aquel pueblo que estaba enfermo por causa de la murmuración y del pecado. Aquella serpiente de bronce fue la señal de la sanación.

Celebramos, con todo amor de nuestro corazón, la cruz de Jesús, porque es por ella que fuimos salvos

Ahora no es más la serpientes que es levantada; ahora, es Cristo crucificado que es levantado y todos nosotros miramos para Él, porque Él es nuestra victoria, nuestra sanación y liberación.

Miremos para Jesús y no quitemos de Él nuestra mirada, miremos para Jesús y dejemos que en Él seamos transfigurados, sanados y liberados de los males que están dentro de nosotros.

La espiritualidad de nuestra fe es la espiritualidad de la cruz. Yo siempre digo que necesitamos tener en casa, en nuestros coches y donde quiere que esté, el cristo crucificado. No basta solo tener la cruz, es importante la cruz con la imagen del Crucificado.

El misterio de la cruz no puede ser olvidado, no puede ser renegado, no puede ser puesto de lado, porque nuestra espiritualidad es de Cristo crucificado.

Meditemos el Cristo que esta en nuestras iglesias. Algunas iglesias, muchas veces, esta dejando de lado el Cristo crucificado, pero eso no puede, porque Él es nuestra victoria, Él es la expresión de nuestra fe, Él murió en la cruz por nosotros.

No estamos aplaudiendo para la muerte de Cristo, estamos aplaudiendo para su victoria sobre la muerte. Estamos aclamando el Crucificado, Resucitado y victorioso por todos nosotros.

Celebremos, con todo el amor de nuestro corazón, la cruz de Jesús, porque es por ella que fuimos salvos.

¡Dios te bendiga!