El amor es caridad, es ver en el otro la presencia de Dios y por eso perdonamos, porque la exigencia del amor es el perdón

“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados” (Lucas 6, 36-37).

Jesús esta dándonos Su corazón para enseñarnos como debe ser nuestro corazón. Nuestro corazón necesita alcanzar la misericordia de Dios para llevarnos la misericordia a los demás.

En un mundo tan repleto de venganzas, juicios, donde las personas se ponen tan fácilmente unas contra las demás, donde es difícil compadecer del sufrimiento, del dolor, de la debilidad, del pecado y de la miseria del otro. El remedio de Dios para sanar y curar el mundo, se llama: misericordia.

La mirada de misericordia que penetra los corazones levanta quien esta enfermos, quien esta enfermo, quien esta con sentimiento de culpa, quien esta con sentimiento de acusación en el corazón.

Si nuestra mirada no revela la misericordia de Dios, dejamos los demás postrados, derribados, desanimados y condenados. El hombre no vino para condenar, él vino para salvar. No seguimos quien condena, seguimos Aquel que salva, y la salvación ocurre por vía de la misericordia.

Quien ejerce la misericordia no juzgue y tampoco condena su hermano, por el contrario, utiliza del perdón verdadero y autentico. Para decidir perdonar es necesario decidir amar de verdad y de forma autentica. Aún que no consigamos amar el otro, aún que no tengamos aquella amistad, aquella relación cerca, el amor es mayor que amar o estar cerca, el amor es caridad, es ver en el otro la presencia de Dios y por eso perdonar, porque la exigencia del amor es el perdón y el perdón solo es pleno cuando repleto del amor de Dios.

Amemos no solo con palabras, amemos en las actitudes más sublime del amor es perdonar sin medida. Que Jesús nos enseñe de Su corazón a vivir el amor, el perdón, la misericordia y la reconciliación unos con los otros.

¡Dios te bendiga!